domingo, 17 de julio de 2011

Pinturas rupestres





La pintura rupestre es una manifestación artística primitiva del ser humano, iniciada hace unos 40.000 años durante la última glaciación que se puede ubicar en diversas épocas y en todos los continentes exceptuando la Antártida.
Se realizaban principalmente en los muros de cavernas, aunque también se hacían grafos en diferentes objetos como cantos rodados, cerámicas decoradas y objetos ornamentales. Estas pinturas y los petroglifos[1] asociados revelan que el hombre, desde tiempos prehistóricos organizó un sistema de representación artística. Se cree que en general eran realizados por ancianos o alguna especie de chamán. Casi todas las manifestaciones rupestres se dan en el interior de las cuevas. La decoración está, por lo general, apartada de los sitios ocupados por el asentamiento. Este carácter latente subraya su significado religioso o fuera de lo cotidiano. Al estar ocultas en asentamientos rocosos lejos de la erosión han resistido el pasar de los milenios.

Características


En las pinturas rupestres se simbolizan seres humanos, animales y el medio ambiente, representando además el comportamiento habitual de las colectividades y su interacción con las criaturas del entorno y sus deidades. Entre los principales figuras presentes en estos grafos encontramos imágenes de bisontes, caballos, ciervos y renos, aunque las marcas de manos también ocupan un porcentaje importante. Frecuentemente se muestran animales heridos o dañados con flechas. Los motivos y los materiales con que fueron elaboradas las distintas pinturas rupestres son muy similares entre sí, a pesar de los miles de kilómetros de distancia y miles de años en el tiempo. Se señala que todos los grupos humanos que dependían de la caza y recolección de frutos efectuaron este tipo de trabajo plástico.

Colores
En una pintura rupestre por lo general se usaban uno o dos colores, incluyendo algunos negros, rojos, amarillos y ocres. Los colores también llamados pigmentos eran de origen vegetal como el carbón, de fluidos y desechos corporales como las heces, compuestos minerales como la hematita, la arcilla y el óxido de manganeso, mezclados con un aglutinante orgánico (resina o grasa).

Técnica, elaboración y herramientas

Las cuevas se ubican totalmente bajo el suelo, y en consecuencia se hallan en una oscuridad casi completa. Se cree que los antiguos artistas se auxiliaban con unas pequeñas lámparas de piedra llenas de grasa animal o tuétano.
Los colores se untaban directamente con los dedos, aunque también se podía escupir la pintura sobre la roca, o se soplaban con una caña hueca finas líneas de pintura. En ocasiones los pigmentos en polvo se restregaban directamente en la pared y asimismo se los podía mezclar con algún aglutinante y aplicar con cañas o con pinceles rudimentarios. Como lápices se usaban ramas quemadas y bolas de colorante mineral aglutinadas con resina. A veces se aprovechaban desniveles y hendiduras de la pared para dar la sensación de volumen y realismo. A menudo las siluetas animales se marcaban o raspaban para generar incisiones y así producir un contorno realista y notorio en la roca.

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